LLAMADOS A SER COMUNIDAD Y A VIVIR EN COMUNIÓN.
"Palabra
que fue dirigida a Jeremías de parte de Yahveh: .Levántate y baja a la
alfarería, que allí mismo te haré oír mis palabras. Bajé a la alfarería, y he
aquí que el alfarero estaba haciendo un trabajo al torno. El cacharro que estaba
haciendo se estropeó como barro en manos del alfarero, y éste volvió a empezar,
trasformándolo en otro cacharro diferente, como mejor le pareció al alfarero. Entonces
me fue dirigida la palabra de Yahveh en estos términos: No puedo hacer yo con
vosotros, casa de Israel, lo mismo que este alfarero? - oráculo de Yahveh -.
Mirad que como el barro en la mano del alfarero, así sois vosotros en mi mano,
casa de Israel."(Jer 18, 1- 6)
El
Señor hace las cosas nuevas. Ha venido a destruir el mal y a reparar las casas
en ruinas. Viene a reconstruir nuestras dimensiones: la mente, el cuerpo, el
espíritu, la familia y la historia. Viene hacer de nosotros una Nueva Creación
(2 de Cor 5, 17) Jeremías en persona ha recibido la enseñanza de parte de Dios:
"Entonces Yahveh dijo así: Si te
vuelves porque yo te haga volver, estarás en mi presencia; y si sacas lo
precioso de lo vil, serás como mi boca. Que ellos se vuelvan a ti, y no tú a
ellos. Yo te pondré para este pueblo por muralla de bronce inexpugnable. Y
pelearán contigo, pero no te podrán, pues contigo estoy yo para librarte y salvarte
- oráculo de Yahveh -Te salvaré de mano de los malos y te rescataré del puño de
esos rabiosos." (Jer 15, 19- 21) Eso que ves hacer al alfarero,
es lo que yo quiero hacer contigo para que pongas tu confianza en mí y no en
los hombres. (cf Jer 17, 5)
El profeta Isaías al expresar que somos barro en manos del alfarero,
dice: “Yo soy la arcilla, tú el alfarero, somos todos obra de tus manos” (Is
64,8). Al buscar el significado de las palabras del
profeta encontramos que un alfarero es una persona que toma la arcilla y la
convierte en cerámica. Por la fe confiamos en Dios y estamos en sus
manos: La fe que mueve montañas tiene que estar en las manos de Dios. Para que
Él pueda hacer su Obra en nosotros y podamos ver sus Maravillas en nuestras
vidas, y poder decir: “Dónde abundó el pecado, sobre abunda la gracia de Dios”
(Rm 5, 20)
Nosotros los creyentes somos un proyecto de Dios, no estamos hechos,
sino, haciéndonos por la acción del Espíritu Santo y nuestras decisiones. Estamos
en camino. Muchas veces nos estancamos; otras veces nos desviamos a izquierda o
derecha y perdemos el camino. Aparecen entonces los frutos malos. A Josué Dios
le dice a la muerte de Moisés. "«Sé valiente y firme, porque tú vas a
dar a este pueblo la posesión del país que juré dar a sus padres. Sé, pues,
valiente y muy firme, teniendo cuidado de cumplir toda la Ley que te dio mi
siervo Moisés. No te apartes de ella ni a la derecha ni a la izquierda, para
que tengas éxito dondequiera que vayas." (Jos. 1, 6- 7) Y Pablo nos dice: "Ellos mismos cuentan
de nosotros cuál fue nuestra entrada a vosotros, y cómo os convertisteis a
Dios, tras haber abandonado los ídolos, para servir a Dios vivo y verdadero.”
(1 de Ts 1, 9)
Sin
conversión no hay salida, estamos atascados en el lodo del pecado. Hay que
entrar en la Pascua de Cristo para ser transformados en el Espíritu Santo, tal
como lo dice la Escritura: "Y no os
acomodéis al mundo presente, antes bien transformaos mediante la renovación de
vuestra mente, de forma que podáis distinguir cuál es la voluntad de Dios: lo
bueno, lo agradable, lo perfecto."(Rm 12, 2) Hay que vencer a
los enemigos como la comodidad y el individualismo, la pereza y otros vicios.
Para caminar hacia la casa del Padre siguiendo las huellas de Jesús: "fijos los ojos en Jesús, el que inicia y
consuma la fe, el cual, en lugar del gozo que se le proponía, soportó la cruz
sin miedo a la ignominia y está sentado a la diestra del trono de Dios."(Heb
12, 2)
Escuchemos la enseñanza de Jesús:
"«También
es semejante el Reino de los Cielos a una red que se echa en el mar y recoge
peces de todas clases; y cuando está llena, la sacan a la orilla, se sientan, y
recogen en cestos los buenos y tiran los malos. Así sucederá al fin del mundo:
saldrán los ángeles, separarán a los malos de entre los justos y los echarán en
el horno de fuego; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Habéis entendido
todo esto?» Dícenle: «Sí.»Y él les dijo: «Así, todo escriba que se ha hecho
discípulo del Reino de los Cielos es semejante al dueño de una casa que saca de
sus arcas lo nuevo y lo viejo.»"(Mt 13, 47- 52)
La red que se echa en el mar recoge
toda clase de peces. Los pescadores la sacan a la orilla. Se sientan y lo que
sigue es la separación, entre los buenos y los malos. Los buenos van a los
cestos y los malos van al fuego. Lo nuevo, lo que se ha redimido se guarda en
su granero y lo viejo, lo que no se ha redimido va al fuego. O es echado y
tirado fuera- Hagamos tres fogatas hoy en nuestras vidas. En la primera fogata
echemos todos los pensamientos negativos que nos hacen daño. En la segunda
fogata echemos sobre ella todos los malos deseos que nos deshumanizan y
despersonalizan. En la tercera fogata echemos todas nuestras malas acciones,
nuestros malos frutos. A la luz de estas tres fogatas podemos comprender las
palabras del Señor Jesús: " «Mira
que hago un mundo nuevo.» Y añadió: «Escribe: Estas son palabras ciertas y
verdaderas.» (Apoc 21, 5)Es el fuego del Espíritu Santo que quema pero no
destruye, tan sólo purifica para que demos fruto en abundancia.
En la Nueva Creación se construye
la “Civilización del Amor,” cimentada sobre tres bases: La Verdad, el Amor y la
Vida (Jn 14, 6) En la Nueva Creación aparece la Comunidad de Cristo, donde todo
se vive en Comunión. Con Dios y con los demás. Existe una preocupación mutua,
una reconciliación continua y un compartir permanente. El Yo se convierte en
Nosotros, y los Mío se convierte en Nuestro. Todos y cada uno es valioso,
importante y digno. Todos somos iguales en dignidad, tal como lo dice la Escritura:
"En
virtud de la gracia que me fue dada, os digo a todos y a cada uno de vosotros:
No os estiméis en más de lo que conviene; tened más bien una sobria estima
según la medida de la fe que otorgó Dios a cada cual. Pues, así como nuestro
cuerpo, en su unidad, posee muchos miembros, y no desempeñan todos los miembros
la misma función, así también nosotros, siendo muchos, no formamos más que un
solo cuerpo en Cristo, siendo cada uno por su parte los unos miembros de los
otros."(Rm 12, 3- 5)
Tres
gritos de victoria se escucha en esta Comunidad: “Todos vosotros sois hijos de
Dios” “Todos vosotros sois hermanos” “Todos vosotros sois comunión.” Nadie debe
de ser extraño: somos una Familia, nos pertenecemos unos a los otros. Somos
dones unos para los otros y estamos llamados a profundizar la Misión que se nos
ha encargado: “Cargar las debilidades de los demás” (R, 15,1)
Para
esta Comunión, Jesús nos dejó tres palabras para ponerlas en práctica como
hermanos, servidores y ministros: “Ámense los unos a los otros” “Lávense los
pies unos a los otros” y “Ofrézcanse los unos por los otros.” "Os exhorto, pues, hermanos, por la
misericordia de Dios, que ofrezcáis vuestros cuerpos como una víctima viva,
santa, agradable a Dios: tal será vuestro culto espiritual."(Rm
12, 1)
Para
que se haga posible esta obra, escuchemos a Pablo decirnos a todos: "Por lo demás, sabemos que en todas las
cosas interviene Dios para bien de los que le aman; de aquellos que han sido
llamados según su designio. Pues a los que de antemano conoció, también los
predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito
entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los justificó; a
los que justificó, a ésos también los glorificó."(Rm 8, 28- 30)
San
Ireneo nos dijo que el Padre Dios tiene dos manos: una es su Hijo, Jesucristo y
la otra es el Espíritu Santo. Jesús, el Hijo realiza la Obra el Padre en la
historia, muriendo y resucitando. El Espíritu Santo actualiza la Obra redentora
en nuestra vida, hoy. Por eso con la Gracia de Dios y nuestras decisiones
podemos caminar juntos y compartir con los otros todo el Bien que Dios en su
gran bondad nos participa.
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